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RUA DOS ANJOS PRETOS

LA MULTITUD DEL INDIVIDUO

LA MULTITUD DEL INDIVIDUO

Individuo. Palabra que determina a muchos seres indivisibles, pero que tiene un plural muy diferente. Es un plural que ni siquiera es plural, hay que acudir a otro sustantivo. Llámenlo como más les plazca: sean modernos y díganle banda o tropa; sean agresivos y llámenlo manada, rebaño o camada; sean burgueses y llámenlo gremio. Es indiferente, al fin y al cabo, estaremos hablando de una multitud.

El individuo es a la multitud lo que el juego del solitario a la discoteca. El individuo entra a una biblioteca, a un teatro para ver una ópera o a unos grandes almacenes y en su fuero interno sigue siendo un individuo. Pero entra a un estadio de fútbol a ver un partido o un concierto y muda su semblante, se vuelve multitud, porque en su fuero interno se siente multitud.

La multitud es ese sustantivo poco uniforme en cuanto a número e integridad, que podría acabar con la crisis de un plumazo si se lo propusiera, que podría bajar los precios de la gasolina o del tabaco en cuestión de horas si se lo propusiera, igual que antaño derrocaban gobiernos y decapitaban reyes. Pero incapaz de hacerlo porque como individuo cada uno de los integrantes de la multitud han sido adiestrados para la domesticación masiva, que ha decidido desatascar sus penas y glorias a través de los eventos deportivos o a través del escape del entretenimiento.  

Una multitud es como un escape de gas. No pasará nada y se irá mitigando el peligro de explosión siempre y cuando no se prenda una mecha que provoque la combustión. Normalmente, en una multitud el detonante suele ser el pánico que revierte de la sensación de peligro. Cuando éste aparece, el individuo sabe qué tiene que hacer en todo momento: mantener la calma y dejarse evacuar, sabe que el miedo es gratuito y secundario, porque todo está preparado para las eventualidades. Pero la multitud no lo sabe e, inconscientemente, está buscando la mecha.

Hagan la prueba con un simple experimento cuando más le plazca. Puede ser en la cola de un banco por ejemplo. El individuo sabe que ha de aguardar su turno y que los empleados de banca son unos ineptos que les quitan el ordenador y la calculadora y no saben dónde guardan las llaves del coche, pero se mantienen en silencio: leyendo poesía, consultando su i-phone o recordando qué han de comprar en el Mercadona. Así aguantarán lo que le echen, sin decir ni media. Pero pruébelo, diga usted cualquier cosa, no hace falta que sea un exabrupto, con un resoplido o un suspiro puede valernos, dependiendo de la envergadura de la cola y de la cara de torpe del empleado que nos ha tocado. Automáticamente, alguien que esté cerca de usted saltará, dirá que lleva así más de 20 minutos y otro dirá que no le va a dar tiempo a recoger a los niños del colegio, o de la piscina, dependiendo de la época del año en cuestión.

La multitud es melodramática y propensa, por ende, al drama. Como individuo sabe perfectamente que unas previsiones de más de un millón de personas en una fiesta como la del trágico Love Parade del último fin de semana no son las más idóneas para atravesar un túnel de 200 metros que nos permitirá entrar a un recinto. Pero el individuo ya no es tal, en los aledaños de ese túnel siniestro ya hace horas que se ha convertido en multitud. Al otro lado del túnel está la luz, está la música, las drogas y la eventualidad del sexo fortuito o furtivo. Y el individuo se pone esa extraña máscara impenetrable de la colectividad que deviene en el ocaso de los dioses y se va corriendo a por el queso, a sabiendas de que lo han colocado en una ratonera.

Más tarde, desde el sofá de casa de cada uno, o desde las tumbonas playeras, vendrán los golpes de pecho, los arrepentimientos y las ganas de fustigar a alguien y de señalarle con el dedo. Como individuos, sabemos que, analizando la situación, hay una gran probabilidad de que eso ocurra, con los datos en la mano. Pero ante el suceso nos tornamos de nuevo multitud y buscamos la lapidación, y hasta que no lapidemos no nos quedaremos a gusto. Y si no, tiempo al tiempo.

 

Canción del día: Kraftwerk, The Model

Leido en Días de Radio el 29 de julio de 2010.

 

p.d. la foto, recogida de la agencia Efe.

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