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RUA DOS ANJOS PRETOS

MI PRIMO SERAFÍN Y EL BALANCE DEL PODER

MI PRIMO SERAFÍN Y EL BALANCE DEL PODER

 

Este fin de semana pasado estuvo visitándonos mi primo Serafín con la nueva novia que se ha echado. Parece la definitiva, pero nunca se sabe. De momento, están a la espera de un niño. Como se vieron en la tesitura o en la necesidad de hacernos unos regalos, nos encandilaron con un candelabro plateado para So y a mí me encasquetaron una pulsera Power Balance, que me dejó estupefacto. El candelabro, por espantoso, sólo lo utilizaría en casa el mayordomo para asesinar a alguien, si algún día disponemos de uno, aunque dudo que mis ingresos me den tanto como para volverme así de panoli.

La pulsera, en color negro, no tuve más remedio que ponérmela para mostrarme agradecido. Pero les prometo que yo no tenía ni la más remota idea de qué iba todo eso. Supuse que a ellos les agradaba bastante vérmela puesta, pues ambos mostraban orgullosos las suyas, en rosa ella y en púrpura él.

No fue justo hasta el desayuno del sábado que comprendí ciertas miraditas que se habían echado la noche anterior. Serafín me preguntó antes de dejarme atacar mi tostada:

-         ¿Y bien? ¿Cómo te has levantado hoy? ¿A que has dormido de un tirón?

-         Pues imagino que sí. La mascarilla apenas me ha molestado y realmente anoche acabamos tarde.

-         ¡Te lo dije!, le confirmó Carla a mi primo. Yo he bajado, dijo dirigiéndose a nosotros, en seis minutos los diez kilómetros desde que la tengo y a tu primo le han desaparecido los dolores lumbares de estar tantas horas delante del ordenador.

-         Disculpadme, les dije, pero estoy algo perdido. ¿De qué estamos hablando?

-         ¡La pulsera!, dijeron prácticamente al unísono.

-         ¿Qué le pasa a la pulsera?

-         ¡Pues que es la caña!

-         A ver… A ver que yo me aclare… ¿Me estáis diciendo que por llevar esto habéis mejorado en vuestro rendimiento diario?

-         ¡Toma claro!, gritaron de nuevo al unísono. ¿No ves que es una Power Balance?

-         ¡Sí! ¿Y?

Supuse entonces que la que impuso la moda en casa de mi primo fue Carla, porque era la que conocía las propiedades de la pulsera al dedillo y las dijo de una tacada:

-         Ayuda al sistema nervioso, dotándole de unos estímulos que favorecen el equilibrio, la fuerza y la elasticidad.

Y comenzaron a salirle conceptos de la boca como Biocampo, autocuración, medicina oriental, acupuntura, flujos de energía o kinesiología. A esas alturas ya se me había enfriado la tostada y no veía que el discurso fuera a terminar en breve, así que la di por perdida y me pedí otro café para amortiguar el cansancio que sus palabras me estaban provocando. Es curioso, me dije, y una pena que la pulserita de marras no ataque de raíz el aburrimiento, pero me estaba conteniendo por no molestar a mi primo, que para una vez que nos vemos en cuatro años tampoco es cuestión.

Así, tuvimos que soportar todo el finde los métodos comparativos de su autosugestión. Por ejemplo, cuando nos dijeron aquello de que antes hubiéramos acabado destrozados después de habernos dado una comilona del quince a base de secreto ibérico y haber subido media hora más tarde al campanario de la catedral, pero ahora con la pulsera ni nos enteramos. O lo de antes estábamos como vosotros, a las diez durmiendo en el sofá, pero ahora estamos aprovechando para ver mucho más cine: es que llegan las doce y parecemos dos lechuzas.

Y así podríamos estar una noche entera con sus estrellas y todo. Pero fue oscureciendo el domingo y encapotándose el cielo y decidieron adelantar la partida para que la lluvia no los retardara en exceso. Se ve que la pulsera no llega a tanto y no puede con los nubarrones.

En cuanto salieron por la puerta y doblaron la esquina, dejé la pulsera en un rinconcito de una papelera para que no molestara a nadie. Me reí un poco de esta nueva moda, me trajo a la memoria los chinitos de la suerte de mi adolescencia y tantas otras chorradas que la gente compra como si fueran churros, sin llegar a preguntarse el por qué de un producto como éste no se venda en farmacias, sino en una web al ladito de los rotuladores para reparar los arañazos del coche o del kit E-cigarette 2010 para dejar de fumar.

Según me aseguró So no la tiré, en realidad, por descrédito, sino porque teniéndola aún en mi muñeca me dio por llamar a Miguel para ir a hacer algo de bicicleta el miércoles y eso me había asustado.

Lo malo, le dije yo,  de estas pulseras con poderes es que como te lo creas mucho y te pille el día cruzado te lo pasas apretándole el circulito del medio para ver si de una puñetera vez sale el rayo fulminador que acabe con el perro del vecino, que no deja de llorar porque nadie lo saca a la calle.

Y So no pudo hacer otra cosa que darme la razón, y subimos a casa riéndonos.

 

Canción del día: Ironic, Alanis Morissette.

 

p.d. Leído en Días de Radio el 13 de Mayo de 2010.

 

1 comentario

Tom Cruise -

No deberías reirte, la pulsera tiene conciencia propia almacenada en el holograma de "Mylar" y puede buscar venganza. De hecho, tengo un amigo que se mofaba como tú y la tiró. A la mañana siguiente estaba esperándolo en la mesilla y volvió tirarla. Así un día y otro y otro y otro...