¿PODEMOS?
Una selección que no confía en sí misma, que hace un año daba vergüenza a todos, sin un buque insignia al que recurrir dentro del terreno de juego cuando todo se tuerce y parece que no hay vías de salida, con dos de sus mejores jugadores encorsetados en un sistema que no es el suyo.
A partir de mañana lloverán las críticas a cántaros. Se dirán palabras soeces que, con el paso del tiempo, más de uno tendrá que recoger de las esquinas y meterlas en las neveras de su sinrazón. Se echará de menos al ausente y se cebarán con los nuevos.
Y luego vendrá Contador, subirá el Tourmalet y descenderá hasta Pekín. Y así, poco a poco, pasará el estío.
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