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RUA DOS ANJOS PRETOS

SÍ, TODO COMIENZA EN SEPTIEMBRE

SÍ, TODO COMIENZA EN SEPTIEMBRE

Normalmente esperamos que llegue el año nuevo para poner en práctica toda esa retahíla de promesas que comenzamos a redactar, día arriba día abajo, el 26 de diciembre. Algunos cachondos retrasan ese momento hasta el 28 y apuntan las ideas más descabelladas que se le pasan por la cabeza, como apuntarse a un gimnasio y promediar unas 40 abdominales por día o visitar la hemeroteca más cercana al menos dos veces por semana con la excusa de saber qué hechos relevantes acontecieron desde el día de su nacimiento hasta ahora, en cada uno de sus aniversarios.

Ya saben en qué terminan todas aquellas nobles propuestas. Llega febrero y nadie es capaz de recordar siquiera lo escrito en el papel de finales de diciembre. Si alguno ha puesto, de hecho, dejar toda clase de dulces atrás, se verá buscando horchata en Salamanca a finales de enero.

Algo parecido pasa en septiembre. El desarraigo que les provoca a muchos la vuelta a la ciudad, a su casa y al trabajo es tal que tenemos que proponernos actividades de lo más variopintas, sobre todo cuando estamos desnudos frente al espejo. Se han documentado casos acerca de esta clase de desarraigo, llamado también trauma post-vacacional o la puñetera misma mierda de todos los años,  tales como el de personas que se despiertan en mitad de la noche y tardan dos o tres minutos en saber dónde están y en reconocer su cuarto y, lo más grave, un par de minutos más en reconocer a su acompañante en la cama.

Estas promesas de cartón piedra que nos hacemos ahora son peores que las de Año Nuevo y los que aprenden la lección se dedican a acercarse al quiosco más cercano, elegir completamente al azar una colección a base de fascículos – lo mismo nos da que sea la reproducción en madera del Queen Mary II que los perfumes de Mata-Hari – y dejarle dicho al quiosquero que nos sea guardado cada semana el nuevo fascículo, aún a sabiendas de que no pasaremos del número 6, que suele coincidir con la segunda semana de octubre. Este año se lleva mucho el ajedrez de lo que antaño se conocía como La Guerra de las Galaxias, los cuentos inolvidables de Ferrandiz, Abanicos de Grandes Diseñadores, Esther y su Mundo, Las Grandes Sagas de la Novela Romántica y, sin duda alguna, el hit one, mi hiper-favorita: Vírgenes y Santos, una colección de 25 esculturas que comienza con Nuestra Señora de Lourdes y concluye con San Francisco de Asís.

Yo le hubiera dado un Óscar al que ha ideado ésta, porque con la que está cayendo entre la nueva subida del euribor, la reforma laboral y la próxima reforma de las pensiones a más de uno nos va ir haciendo falta refrescar la memoria y la nomenclatura de la hagiografía nacional y vamos a tener que vender la tele de plasma con la que vimos ganar a los nuestros el mundial para comprar un san pancracio y un ramillete de perejil, que no sé lo que será más caro ya.

Servidor, por ejemplo, se había hecho unas cuantas promesas, y eso que no he tenido vacaciones agosteñas. No las referiré todas, tan sólo la de perder un kilo cada cinco semanas hasta bajar siete y pasar a limpio todas las notas que escribí para una futura novela. Pero soy consciente de que de todas ellas, a finales de septiembre sólo quedará lo escrito en la columna de hoy. Así que me he decidido por el coleccionable de la Biblioteca Gredos a diez pavos semanales. Es una maravilla realmente, porque está todo lo que ya tengo en casa de literatura grecolatina y mucho más, hasta un total de 149 entregas, que sale por casi 1500 euros del ala. Es una buena manera de comenzar septiembre, leyendo a los clásicos y deseando interrumpir algo que sabemos interminable.

Porque, en el fondo, dejar las cosas a medias es también un acto de rebeldía. Y la vuelta al trabajo nos pide un pequeño acto de rebeldía para proclamar a los cuatro vientos nuestro disgusto. Por pequeño que este grito sea necesitamos propagarlo. Pero en esta sociedad idiotizada, como tampoco podemos alzar la voz en demasía y no nos atrevemos por miedo a no sabemos qué, pues intuyo que una buena manera es comenzar un coleccionable y dejarlo a medias.

Reconforta esa pequeña osadía en el tumulto civilizado de nuestras pequeñas miserias cotidianas.

 

Canción del día: Septiembre, Los Enemigos

Leído en Días de Radio el 6 de septiembre de 2010.

 



1 comentario

Enrique Falcó -

Si dejar las cosas a medio hacer también es un acto de rebeldía....Coppola me huibiea tenido que contratar a mi para la peli de "REBELDES"