UN ADIOS MUY AMARGO
Adiós, mi buen Antonio.
Me has dejado el corazón encongido para siempre. Qué luto tan inmerecido, qué lugubre cantarte y saber que ya no escuchas.
En el sitio de nuestro recreo, dejaré siempre tu hueco libre.
Para cuando quieras venir a redimirme.
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