EL COLCHÓN DE 1356 EUROS
Como habían venido desde Vigo a pasar unos días con nosotros, les dejamos nuestra cama, que hacía apenas seis semanas la habíamos comprado. Lo último en colchones. Nosotros regresamos a las incomodidades del viejo sofá-cama al que tantas veces nos habíamos resignado para que nuestros invitados se sintieran lo mejor posible. Es lo malo de la hospitalidad, que a veces te incomoda.
Servidor, que había pagado la nada despreciable cantidad de 1.356 euros por él, se sentía un poco gilipollas cuando ni Marta ni Federico nos proporcionaban halagos por un elemento que había cambiado – entonces así lo pensábamos – nuestras casi aburguesadas vidas. (El casi lo pongo por estupor). Así que, al tercer día, envalentonado por los sabores del vino, me decidí a dejar caer el tema:
- Entonces, vosotros también tenéis uno.
- ¿Un qué?, se adelantó Federico.
- Un colchón de viscolatex.
- ¡No, por Dios! ¡Qué coño dices! ¡Esas mierdas cuestan una pasta!
- No me digas que el vuestro…, insinuó Marta, viendo hasta dónde iba a meter la pata su marido y echándole un capote de media tonelada.
- Así es…
- Ah…
- ¿Alguien quiere hielo para la copichuela?, y así fue como Sonia zanjó el tema.
A la mañana siguiente, lo primero que dijo Federico fue:
- ¡Joder, macho! ¡No veas lo bien que se duerme en tu cama, cabronazo! ¡Te lo debes pasar de muerte con la parienta, ¿verdad?!
Y lo último que dijo antes de subirse al coche, después de las despedidas, de bajar la ventanilla para tirar el cigarrillo fue.
- ¡Pero qué de puta madre se duerme en tu cama, mamonazo!
2 comentarios
lugarra -
Muy divertida la anécdota.
Saludos.
Tom Cruise -