QUÉ PASA CUANDO ESCRIBES CON LA MINGA EN LA MANO
Se habrán dado cuenta ya lo poquito que se habla de cine en esta rua. Con pinceladas. Para blogs de cine ya tenemos a los que realmente saben. Todos se esmeran, pero nadie va a superar a Gasset, y el día que alguien lo intente me lo cargo con un picador de hielo y con un tanga amarilla (que cada cual se imagine la forma que más le apetezca o más le venga a mano).
Lo malo del cine es que es tan subjetivo como una bolsa de palomitas. O que te pille tu madre con la minga en la mano en mitad del pasillo. ¿Qué es lo que verdaderamente ha pasado? Todo el mundo opinará, porque es gratis, además. Lo cierto es que dejarás de ser el ojito derecho de tu madre, si alguna vez lo fuiste. Sólo te salvarás siendo hijo único. Entonces, tu madre lo verá divertido, se reirá y se la contará a todas sus amigas y quedarás como un cerdo que se la pela con trece años en el pasillo y tu madre como una estúpida. Pero también puede ser que tu madre te diga no te la habrás sacudido ahí, que acabo de fregar. Y entonces tendrás un problema ya para los restos.
El caso es que yo quería hablar de algo que, al principio, me parecía importante. Ahora, me he dado cuenta de que eso de que la gente ponga una página de cine, evalúe las películas según su criterio y le ponga notas o estrellas me parece de lo más vulgar. Por ejemplo, en mi caso, adoro la narrativa de Bryce Echenique, pero no puedo con Proust. Debería de ser al contrario, pero es así. Y, además, con el agravante de que Bryce Echenique adora a Proust.
En situaciones normales, un libro te lleva a otro libro. Un cuerpo te lleva a otro cuerpo. Un perfume a una canción. Una canción a una tormenta. Un blog a otro blog.
Y cuando te cansas de la búsqueda, vuelves al origen.
Pero siempre hay gente que le gusta ponerle frenos a todo esto.
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