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RUA DOS ANJOS PRETOS

EL PASTOR BOBO GUARDA LAS CARETAS

Las rebajas, la desembocadura de un mar. Lo malo de ir al centro: cruzar el puente que conduce al lugar donde trabajo. Tosco edificio pretencioso. Al lado, vacas. Vacas pastando. Las vacas pastan en la cañada, algo natural. Hoy es un parquecillo improvisado donde los perros de los lugareños airean sus necesidades. Curioso, ¿no? Eso mismo digo yo y mi cámara, casualmente, conmigo. ¿La foto? Vacas pastando y de fondo tres hoteles que representan tres décadas y, cada uno a su manera, la precipitada evolución de esta ciudad.

Preparar una cámara siempre es lento. Quitar el flash y todo eso que hace que uno no esté llamado a ser el nuevo Doisneau, aunque a él se la preparaban mejores. En esas estaba cuando el pastor, cayado en mano y agitado al viento, corría hacia nosotros dándonos grandes voces para impedir la foto. ¿Le estaremos robando el espíritu a las vacas y le cortaríamos la leche, precipitando su ruina?

Eso le pregunté a So. Pero la explicación era más retorcida y humana. Las vacas pastaban en un lugar prohibido. Sólo temía la multa, de denunciarle yo con aquel impresionante documento gráfico.

No hice la foto y le pedí disculpas. Pero no puedo soportar el extraño sabor a frustración que se me posó en los labios ante lo insólito.


1 comentario

Chema -

Yo creo que el pastor ese es un hindú camuflado, por eso no permite que hagan fotos a sus vacas sagradas. De aquí a nada lo ves haciendo una pira funeraria al lado del Guadiana, su particular Ganges. Si es que la inmigración no tiene límites...