QUE GUSTITO DA HACERLO EN EL ASCENSOR
Significativo porque nos da una idea cercana de la concienciación que se ha tomado en España en esto de la ley anti-tabaco. Significativo, además, porque ese hombre es policía municipal, y tengo entendido que con cierta gradación. Es decir, que si en esto que es tan sencillo como encenderse un pitillo los que tienen que ejemplificar no lo hacen, pues los que no fumamos nos podemos echar a temblar, ahora que alguien nos ha echado una mano.
Está claro que no han visto los fumadores esta ley con muy buenos ojos y si se les pone un micrófono delante su ridículo ralla el paroxismo. Han decidido desde el primer instante que era un castigo del gobierno contra ellos, que pagan sus impuestos como los demás y son excelentes ciudadanos.
Esta rápida radiografía de la sociedad fumadora vista como victima de un gobierno totalitario se ha visto potenciada por la acción de los medios de comunicación, que han atacado la ley desde la punta del iceberg, sin adentrarse en las profundidades del verdadero problema. Y han visto como una pequeña pero importante victoria en esta guerra que han hecho contra el gobierno el hecho de que en la mayoría de locales públicos pequeños y no tan pequeños se permita fumar sin más. Ese dueño egoísta de su local, avaro como el mejor avaro de Molière, codicioso y que tiene empleados con contratos demenciales detrás de las barras, ha decidido que en su bar pueden cohabitar fumadores y no fumadores siempre y cuando sean los últimos los que se rindan a la evidencia de que el humo de un pitillo es patrimonio de la humanidad y que sirve para realzar no solo la economía del propio hostelero, sino también la del país. La imagen de SE PERMITE FUMAR se repite hasta el aburrimiento. Fumadores que pensarán de sí mismos que son padres ejemplares exhalando nicotina de la buena delante de los ojos de los bebés, ayudándoles a que pronto entiendan que el respeto por el otro es algo imprescindible, y que empieza justo cuando los demás no te jodan.
En este país que dios nos ha dado, pasados unos mes desde que a esta ley se le diera el pistoletazo de salida la gente no ha captado nada todavía de lo importante que sería para el bienestar social. Los fumadores ahora ya se quejan hasta porque en los grandes almacenes no les dejan difundir su mierda a los pulmones de nadie, cuando hace siglos que eso ya estaba prohibido. Otra cosa es que un buen día prohíban en el Carrefour el chándal, pues tardaría tan insigne club en cerrar sus puertas lo que otros tardan en desnudarse.
Imaginémonos que un buen día a la gente le diera por masturbarse (u otras practicas con idénticos ritmos) en sitios públicos de manera compulsiva. Y el sufrido guarda de seguridad le dijera que eso no se puede hacer por ley. Perdóneme, pero es que es un vicio que tengo y no lo puedo evitar, ni quiero dejarlo. Y acto seguido, la emprendiera a golpes con el pobre guarda. Es evidente que esta nueva moda sería menos nociva para todos. Sin embargo, la repulsa general ante el escándalo de una posible y nueva Sodoma estaría servida en bandeja de plata, pues esta sociedad esta abocada a vivir en una continua censura del pensamiento coherente. Y no digo yo con esto que los palilleros exhibicionistas sean coherentes.
Donde pensamos que la cumbre de la libertad personalizada es poder fumar donde se nos antoje, tendremos un país repleto de irracionalismo.
2 comentarios
Juan de Dios -
Pues mira, aunque nos cueste una bronca (siempre con reconciliación, jejeje) te digo que cuando los perros dejen de pasear por la ciudad dejaré de hacerme el víctima con la ley anti-tabaco.
Oye, que a pesar de no opinar igual, te sigo queriendo mucho, eh, que conste.
Parisina -
Dejarnos en paz con vuestro puto vicio!!