99 ES COMO 100-1
Ustedes los occidentales escuchan látigo y se les va la cabeza. Se imaginan a una mujer embutida en un ridículo traje de cuero minúsculo, se les llenan las neuronas de depravación, transformándose en íncubos lascivos a la caza de un buen ejemplar que llevarse a las caderas, se tiran como posesos a libar la punta del zapato de la portadora del látigo. Llámenlo paradoja si quieren, pero aquí, en nuestra civilización, casualmente, también con la palabra látigo a muchos se nos transporta el pensamiento hasta una mujer enlutada, pero con velo, pecaminosa, cancerígena y adúltera. En el fondo, podríamos decir que somos tan parecidos… Pero ustedes tardarían en siglos en creerlo…
Ustedes se levantan por la mañana, preparan el desayuno y, como no son horas de ir a por el periódico local, ponen su canal de televisión preferido para amenizar el café con lo más destacado de la jornada anterior. En nuestro caso, ponemos Al-Jazeera y desayunamos agradablemente con el sabor de la justicia y la noticia de que a la mujer iraní condenada a muerte por adulterio le darán otros nuevos 99 latigazos, pues nunca está de más unos buenos azotes bien propinados, para que el resto observe cuán ejemplarizante y purgativo es quitar los pecados del espíritu antes de entrar en la otra vida, es decir, antes de pasar a mejor vida, que es un eufemismo para decir que nos liquidan para el otro barrio. Bueno, me ha salido otro eufemismo, qué podemos hacerle, si aquí somos tan eufemísticos, que ahora me pregunto si vendrá de místico esta palabra. ¿Serían los místicos del Éufrates los primeros eufemísticos? Tendría que mirar en la wikipedia.
Nunca sabremos si realmente es adúltera o no, pero conocemos el delito y la pena, la exculpación a la que será sometida públicamente y sus más que presumibles consecuencias, a pesar de los protestantes insurgentes occidentales, que están deseando venir a adoctrinarnos y a decirnos cómo debemos hacer lo nuestro, ellos que no saben siquiera gobernar su propio mundo opiáceo y se escudan en faldas de Dior para los flashes.
Personalmente, poco o risibles me parecen los cinco años que lleva en la cárcel esa mala pécora de Ashtianí, ya la podrían haber lapidado hace tiempo y ahorrarnos la deshonra de tener que mirarla a los ojos y una buena cantidad de impuestos para salvaguardar su manutención.
99 latizagos. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco… Y así podría seguir mi cuenta hasta casi la centena. ¿Han escuchado mentalmente el chasquido del cuero tras cada uno de los números? ¿Han sentido su espalda desnuda, acicalada con la púrpura de su sangre centelleante? ¿Han visto la sangre derramada de los labios de su hijo, lacerante por la impotencia que causa el castigo?
99 latigazos, cifra mágica, por consentir tomar una foto sin velo, rigiéndose por las barbaridades occidentales, ese Disneyland inmundo, que van a convertir nuestro paraíso en un reducto de insurgentes. Los innombrables salen con la idea descabellada de que no es ella la modelo de la foto, pero es más evidente que nuestra justicia, auspiciada por los dones divinos, jamás tropieza. Y la difamación que de la decencia ha hecho Ashtianí es intolerable, a pesar de nuestra conocida tolerancia. Pero ya me estoy viendo a los franceses… Oh, los occidentales arbolando su simpleza bajo los canales retrógrados de la indecencia… Oh, ese enano de Sarkozy, ninguneado por su atribulada señora… Sólo ellos hablan de normalidad cuando ven a una mujer maquillada y resaltan su belleza para crear la autodestrucción y contaminar el germen de todas sus iniquidades… ¡Pobres brutos!
Desde mi ventana amanece sobre la cúpula de la Ópera Garnier aquí en París, y el día comienza apacible. El servicio de habitaciones toca a mi puerta, trayéndome el desayuno. Debo abrirles. Es tiempo de ir dejándoles. Tengo que apresurarme. Dentro de dos horas me reuniré con el señor Lombardi, algo así como un portavoz del Vaticano. En mi calidad de diplomático, no puedo salirme del guión y es bueno para nuestro gobierno estas publicidades tan gratuitas… Así que no hay más remedio que escuchar al tarado con alzacuello. Mientras él hable, yo iré palpando la delectación de los 99 latigazos: uno, dos, tres, cuatro, cinco… Y con esa satisfacción iré asintiendo con la cabeza a sus rogativas y presumibles consejos, hasta que termine su dichosa cháchara cristiana.
Canción del día: TOXICITY, SYSTEM OF A DOWN
p.d. Leido en Días de Radio el 8 de Septiembre de 2010.
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