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RUA DOS ANJOS PRETOS

EL ALZHEIMER DEL REY LEAR

EL ALZHEIMER DEL REY LEAR

La cosa es preocupante. Que una cadena como Telehinco sea capaz de hacer publicidades como las del Alzheimer (ese cabrón nazi que va escondiendo las cosas) es algo que una mente como la mía no logra equilibrar en su justa balanza. Los mismos que te bombardean con el tomate y el pasapuré son capaces de hacer algo tan entrañable y hermoso como lo del anuncio ése.

Publicidad que me conduce, cada vez que me enfrento a ella, inexorablemente, a José Hierro y a Dámaso Alonso . El primero nos explicaba una tarde de poesía en Murcia, con lágrimas en los ojos, unos versos suyos de Cuaderno de Nueva York . Los de “Rey Lear en los Claustros ”. Creo que ya hablé en su día de este enorme poema, no sé si tiré de la misma anécdota. De haberlo hecho ya, recordarla, de nuevo, es un acto de humildad.

El Maestro de maestros, Hierro, nos aseguraba que lo mejor de ese poema eran los dos últimos versos. Por supuesto, no son míos, confesaba. Se los había escuchado a Dámaso Alonso una tarde, dirigiéndose a su esposa. Era un momento donde el Alzheimer de Dámaso Alonso ya cabalgaba a sus anchas por su cuerpo. Incluso en esos momentos terribles, la enfermedad no pudo con él, y le arrancó algo tan demoledor como esto:

Yo sé que te he querido mucho / Pero no recuerdo quién eres

Palabras que sobrecogieron al propio José Hierro y con las que concluye su soberbio poema.

Tras esa explicación la sala quedó en silencio. Fácilmente se comprobaba que las palabras de Hierro habían calado en lo más hondo de sus oyentes. Yo me puse a imaginar a ese Dámaso Alonso - uno de los grandes filólogos hispánicos de todos los tiempos, desglosador eficacísimo del Don Luis de Góngora más rococó, director de la RAE durante catorce años, dador de Hijos de la Ira , libro de poesía capital del siglo XX español, dueño de una biblioteca que verla a más de uno que se juzga a sí mismo como letrado o antólogo le hundiría en la más abyecta de las vergüenzas, fundador de la sublime Biblioteca Románica de la editorial Gredos - ahora analfabeto, incapaz de leer, de escribir y me sumí en una congoja sin parangón.

Había más amor en esa reflexión enfermiza que en todos los versos engolados de Shakespeare.

1 comentario

Jose -

Enorme Hierro.
Aterradora enfermedad.

Recuerdo que Carlos Bousoño recordaba también a Dámaso, y cómo una tarde en la que su amigo olvidó quién era intentó hacerle recordar: "soy Carlos, como el río".
Pero Dámaso tampoco recordaba el poema.