AMANECE, QUE NO ES POCO
Es lo malo que tiene este nuestro país, que le ponen un micrófono a cualquiera y que cualquier opinión es válida y legítima y sirve. Y no hablo de los contertulios de las Ana Rosa y las Campos, no. Aún no se ha hecho efectivo el alto al fuego permanente y ya están algunos saliéndose de tono y del tiesto. Benditos.
Triste y lamentable que algunos de ellos sean, además, víctimas del terrorismo. Víctimas que han cometido el craso error de individualizar esos asesinatos y que han tomado la decisión de vivir para vengarse de los asesinos de sus familiares. Es una equivocación ponerse a la misma altura que los terroristas vascos a la hora de tomar ciertas posturas. Es cierto que ellos, los que en su día asesinaron, sí que individualizaron y sí que personificaron y le pusieron un retrato robot al tiro en la nuca, y sí que dijeron vamos a por ti. Pero querer hacer lo mismo es concretizar lo universal, el problema de todos, pues algunos ya tienen un muerto en casa, pero hay centenares de vascos y no vascos que cada vez que salen a la calle entran dentro de una paranoia propia de juego de rol o de juego de videoconsola, convirtiéndose en un blanco móvil, en un nik del counter strike. Pero un pelín más real.
De todas las respuestas, que han sido masivas, algunas unánimes, es curioso que los que no entienden que el problema está por encima de ellos dicen que todo sigue igual ; que los que jamás se han visto afectados hablen de cautela, mientras que los que se han venido considerando como víctimas, ya sea por una causa o por otra, hablan de una inmensa alegría. Que en cada grupo habrá excepciones es incuestionable.
Mi respuesta favorita hasta la fecha ha sido la de Ramon Etxezarreta, teniente de alcalde de San Sebastian y Concejal de Cultura. Etxezarreta hablaba de un amanecer. A pesar de que detras de él se veía a las claras que estaba lloviendo en la bella Easo y que después el meteorólogo de turno ha confirmado que hay lluvias en todo el País Vasco, en todo el Norte y el centro de nuestro país y aquí hace un viento que se las trae, él hablaba de un amanecer, con una cara de ilusionado que demostraba que para él, a partir de mañana habrá sol y buen tiempo en toda Euskadi. Porque sabe que esta era la noticia que todos estáíúóbamos esperando. Y sabe que podrá salir a la calle sin escolta, que ya no cerrará los ojos y apretará los dientes cuando alguien se le acerque demasiado por la espalda. Que podrá cruzarse en el centro comercial con los que un día juraron que serían sus verdugos y no temer por sus hijos. Que podrá cantar y silbar su sinfonía preferida sin temer quién le escucha. Que podrá sentirse vivo en cualquiera de sus actos públicos.
Quiero ser optimista. Por una vez quiero ser optimista. Que este nuevo amanecer dure hasta el final de nuestros días. Poder regresar a Euskadi, la tierra donde viví mis primeros años y de la que sólo tengo los recuerdos que me aportan las fotografías (pero donde sé que fui feliz, pues en todas estoy riendo) y decir si, ésta es mi otra casa.
Hoy habrá lluvias en Euskadi, mas no serán noticia.
Hoy habrá quien grite en contra de algo en Euskadi, mas no será noticia.
Hoy habrá lágrimas, pero sólo porque los que cayeron.
Triste y lamentable que algunos de ellos sean, además, víctimas del terrorismo. Víctimas que han cometido el craso error de individualizar esos asesinatos y que han tomado la decisión de vivir para vengarse de los asesinos de sus familiares. Es una equivocación ponerse a la misma altura que los terroristas vascos a la hora de tomar ciertas posturas. Es cierto que ellos, los que en su día asesinaron, sí que individualizaron y sí que personificaron y le pusieron un retrato robot al tiro en la nuca, y sí que dijeron vamos a por ti. Pero querer hacer lo mismo es concretizar lo universal, el problema de todos, pues algunos ya tienen un muerto en casa, pero hay centenares de vascos y no vascos que cada vez que salen a la calle entran dentro de una paranoia propia de juego de rol o de juego de videoconsola, convirtiéndose en un blanco móvil, en un nik del counter strike. Pero un pelín más real.
De todas las respuestas, que han sido masivas, algunas unánimes, es curioso que los que no entienden que el problema está por encima de ellos dicen que todo sigue igual ; que los que jamás se han visto afectados hablen de cautela, mientras que los que se han venido considerando como víctimas, ya sea por una causa o por otra, hablan de una inmensa alegría. Que en cada grupo habrá excepciones es incuestionable.
Mi respuesta favorita hasta la fecha ha sido la de Ramon Etxezarreta, teniente de alcalde de San Sebastian y Concejal de Cultura. Etxezarreta hablaba de un amanecer. A pesar de que detras de él se veía a las claras que estaba lloviendo en la bella Easo y que después el meteorólogo de turno ha confirmado que hay lluvias en todo el País Vasco, en todo el Norte y el centro de nuestro país y aquí hace un viento que se las trae, él hablaba de un amanecer, con una cara de ilusionado que demostraba que para él, a partir de mañana habrá sol y buen tiempo en toda Euskadi. Porque sabe que esta era la noticia que todos estáíúóbamos esperando. Y sabe que podrá salir a la calle sin escolta, que ya no cerrará los ojos y apretará los dientes cuando alguien se le acerque demasiado por la espalda. Que podrá cruzarse en el centro comercial con los que un día juraron que serían sus verdugos y no temer por sus hijos. Que podrá cantar y silbar su sinfonía preferida sin temer quién le escucha. Que podrá sentirse vivo en cualquiera de sus actos públicos.
Quiero ser optimista. Por una vez quiero ser optimista. Que este nuevo amanecer dure hasta el final de nuestros días. Poder regresar a Euskadi, la tierra donde viví mis primeros años y de la que sólo tengo los recuerdos que me aportan las fotografías (pero donde sé que fui feliz, pues en todas estoy riendo) y decir si, ésta es mi otra casa.
Hoy habrá lluvias en Euskadi, mas no serán noticia.
Hoy habrá quien grite en contra de algo en Euskadi, mas no será noticia.
Hoy habrá lágrimas, pero sólo porque los que cayeron.
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