MI ENCUENTRO CON DIOS NO FUE EN VANO
Ayer conocí a Dios. Tengo el honor de decir que fue, por unas horas, mi cliente. Se rumorea que viene de Salamanca o Cáceres. Parece algo cansado.
Pero debo decir en su defensa que es de una extrema sencillez, casi monárquica. Llevar su verdadero apellido en el carné no ha de tomarse nunca como acto de vanidad.
Y eso me lleva, inconscientemente, a ser peor persona.
Ahora sé que hay un infierno, donde estará algún día mi sitio para la eternidad.
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