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RUA DOS ANJOS PRETOS

MATANZA FUSION

En plena euforia de los diversos medios de comunicación con eso del encuentro de los mejores cocineros del mundo llamado MADRID FUSION, me fui con unos amigos el pasado jueves a un nuevo restaurante, ubicado cerca de casa, aprovechando la excusa del buen yantar y que se presentaba la Primera Semana Gastronómica de la Matanza Extremeña.

 

La cosa empezó estupendamente : la casa estaba decorada con fotografías del genial Chema Madoz, pero todo el encanto se perdió, con estrépito de fuegos artificiales incluido, cuando comprendí que el que hacía las veces de maitre no tenía ni pajolera de lo que le estaba hablando. Vamos, que de Madoz andaba tan pez como Fidel Castro en ideas democráticas. Pronto nos metieron en un saloncito muy acogedor con un perchero asesino y con muy malas pulgas. Al momento observé que aquello era la sala para fumadores.

 

El festival del sabor se inició con un surtido de ibéricos y unas aceitunas. Faltaba el jamón, que vendría después en forma de brocheta con melón y acompañado con unas migas del pastor y sorbete de anís. Todo en un mismo plato, para que se hagan cargo de las posibles dimensiones de cada elemento gastronómico. Y sin cuchara. ¿Hay algo mas ridículo que comer migas con tenedor ? Si, verte apoyando el tenedor con el sorbete de anís para coger alguna. Lo de la brocheta era anecdótico, porque comer melón en mitad de enero me parece una tomadura de pelo de considerables proporciones. No me imagino yo a ningún pastor en esa tesitura. Ni siquiera a Caeiro, que ha debido de ser uno de los pastores más pedantes que haya dado la literatura universal. Pero yo lo adoro tanto porque soy otro pedante petulante y como migas con tenedor, obviamente.

 

Se dio la casualidad de que acto seguido aparecieron con una prueba de ibérico con patatas al pimentón con muselina de ajo, que yo había visto hacer por un cocinero en la televisión local unos días antes y ya entonces me había dado muy mala espina. Como un trailer con Kevin Costner, fíjense. Aquello tenía menos sustancia que nuestro actual gobierno.

 

Nada comentaremos de los garbanzos de matanza con su presa y picadillo, como nada comentaremos tampoco del precio del menú, porque no quiero que piensen que los que fuimos somos tontos de caernos porrazos. Sólo diré que aún estoy devanándome los sesos por averiguar qué son garbanzos de matanza (google no aporta nada al respecto). Pero faltaba lo más sobresaliente: pluma de ibérico a la plancha con higo y su jugo, aunque la muestra se pueda usar como botón para la solapa de un abrigo. Terminaron endilgándonos unos repapalos extremeños con salsa de natillas, que nadie supo decirme qué demonios era exactamente y que pude pasar gracias al acierto que tuvo Luis pidiendo un delicioso Emilio Moro del 2003.

 

Todo esto me lleva a la conclusión de que lo que algunos se empeñan en hacer en las cocinas no tiene nombre. Decirles terroristas del sabor es quizá abusivo, pero eso de caramelizar el aceite de oliva para hacer un ovillito o lo de inventarse una parrilla con clavos de faquir para asar la carne con un soplete es hilar muy fino. Una cosa es la búsqueda de nuevos sabores y texturas y otra muy diferente el espectáculo y el circo que muchos se gastan para cobrarte 20 euros por una jodida ensalada y quedarse tan panchos y frescos como una lechuga. Y el problema es que la gente se apunta al carro en este país al vuelo, porque aquí lo estrafalario se pone de moda en un enciéndame usted este soplete. Resulta que nuestra gastronomía arrasa en medio mundo y nosotros nos ponemos a freír los huevos con nitrógeno líquido. Para que vean qué poderío. Todo esto para que luego en la intimidad, cuando nadie te ve o se te pone la cara de acelga ante el salmorejo servido en jeringuilla, reconocer que como nuestra madre nadie cocina en el mundo.

 

Menos mal que siempre nos quedará « El caballo rojo ».

 

1 comentario

Tom Cruise -

¿Y dónde me dejas el \"Tantra Fusión\"? Ese pedazo de té con cierto licor castizo...