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RUA DOS ANJOS PRETOS

EL ALCALDE Y LA MUÑECA

EL ALCALDE Y LA MUÑECA

Al lobo le pusieron un micrófono. El pobre, frustrado porque mojaba menos que un calcetín de deporte marca acme, soltó por su boca todo lo que pudo contra Caperucita. Pretendiendo ridiculizarla, salió maltrecho. Después retiró sus palabras, como si nada hubiera pasado. Pero, desde entonces, nos está vetado contarle el cuento a nuestros hijos: queda demasiado grosero.

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